Tal y como dice el Sr. Rajoy “nada
es para siempre” y esperemos que así sea en lo que respecta a la
legislación laboral vigente. ¿Por qué España alcanza cifras de 22,8% de paro como consecuencia de la
crisis mientras que otros países en una situación similar como Italia, muestran
cifras significativamente menores con un 8,6%?
La respuesta a este dispar resultado de las economías europeas
frente al mismo tipo de shock la encontramos en la estructura laboral española. España tiene algunas deficiencias
graves en la legislación laboral que impiden que el ajuste en tiempos de crisis
se haga vía precios (a través de ajustes salariales) y por tanto deba
realizarse vía cantidades (mediante despidos). A este tipo de mercados se les
denomina rígidos, de ahí que se hable de la ansiada flexibilidad laboral, para
evitar que nuestra tasa de desempleo en tiempos difíciles sea mucho más volátil
que en el resto de países. Las debilidades de las que hablo son los siguientes:
-
La dualidad en el mercado de trabajo también
conocida como “insiders outsiders”
-
La negociación sectorial
Debido a la extensión del tema optaré por tratarlo en
dos partes. En este post hablaremos de las características del mercado de
trabajo español y qué implica que sea un mercado dual. Y en el siguiente post
trataré la negociación sectorial.
Para todos los que no sepan qué es exactamente la Dualidad Laboral lo explicaré
con un símil bastante ilustrativo. Imaginad que en una ciudad sólo hay dos
opciones muy drásticas para vivir, o a la intemperie (outsiders) en un hotel de
5* (insiders). Todos evidentemente lucharán por entrar en el hotel, pero éste
es muy exclusivo y no dejarán entrar más que a unos pocos. Existe una puerta
giratoria en la que se agolpan todos los que quieren entrar. La puerta va
girando y como un goteo a veces consiguen entrar de uno en uno en el hotel (ninguno
quiere salir). Se trata de un ejemplo pueril pero revelador, porque muestra la
esencia de lo que es el mercado del trabajo español: la dualidad implica distinta cobertura social entre trabajadores y
mucha insolidaridad porque una vez dentro los insiders no se preocupan de las
necesidades de los outsiders y presionarán por subidas salariales antes que por
el fomento de una mayor contratación.
La responsable de la consolidación de una estructura
dual del mercado de trabajo en España fue la Reforma del Mercado de Trabajo del año 1984. De
nuevo España estaba sumida en una crisis que no acababa de superar por diversas
razones. Se juntaron los shocks
petrolíferos de los ’70 junto con la delicada situación de transición a la
democracia. Las cifras de paro de aquel entonces llegaron al 21,5% y en un intento de crear empleo
como fuera se segmentó el mercado laboral dando lugar a los contratos
temporales que desde ese momento coexistieron con los contratos indefinidos.
Los contratos temporales per se no son malos, pero si
lo es el distinto grado de cobertura que ofrecen que hace que los costes de ajuste de despido para las
empresas sea asimétrico: bajo para
el asociado a contratos temporales y alto para los contratos indefinidos. Esto
hace que en tiempos de crisis los empresarios prefieran despedir a aquellos trabajadores
que son menos costosos, i.e. los otusiders; y el resultado sea que la tasa de
paro crezca y crezca como ahora. En la crisis de principios de los ’90 el
desempleo subió tan drásticamente que alcanzó su pico histórico con un 24%, parece que vamos camino de
alcanzar la misma cifra.
En España tenemos el lastre de una legislación laboral
deficiente que como ya ha demostrado en anteriores crisis no es eficaz ni
resolutiva. Pero ¿por qué se ha revelado tan
difícil de acometer desde un punto de vista político una adecuada reforma laboral? El problema es
que la consolidación de una estructura dual en España hace que haya una mayor
resistencia por parte de los insiders a reducir su protección laboral y ésta se
haga a expensas únicamente de los contratos temporales que pasan a absorber
todos los ajustes cíclicos de la economía.
A esto deberíamos añadir el fenómeno de persistencia del desempleo, que en
términos económicos es conocido como histéresis.
Y es que si bien la destrucción de empleo se da en tiempos de crisis la gente
que se queda en el paro durante un periodo “largo” de tiempo tiene mucho más
difícil poder volver a acceder al mercado laboral aun mejorando la coyuntura
económica. Para apoyar mi argumentación con números: La ley de Okun del mercado
español estudiada por Viñals en el año ’96 concluye que para una caída del PIB
del 1% el empleo caía en 1,5%, pero para una expansión del PIB del 1% el empleo
aumentaba un 0,7%. Es decir en términos dinámicos la senda de desempleo diverge
con el tiempo de su valor natural (se considera valor natural una cifra de paro
mínima que únicamente refleje el paro
friccional). En otros países como EEUU la senda es convergente y su
tendencia es estable.
Estas cifras muestran que aunque salgamos de la crisis
habrá gente que no volverá a reengancharse al mercado de trabajo. La destrucción
de capital humano es la antítesis del crecimiento económico por lo que deberíamos
frenar esta situación cuanto antes. En el año 2009 100
economistas firmaron un manifiesto con las claves para terminar con esta
estructura laboral tan nociva. Sucintamente, para terminar con la dualidad no
hay más que homogeneizar el coste de despido para todos, la instauración de un único contrato indefinido. Con un coste
de despido menor que el actualmente vigente para los insiders y mayor que
el que se da en los contratos temporales (outsiders).
Muy bueno el post.
ResponderEliminarJusto después de postear he visto las noticias y voilá!! Luis de Guindos, primer político que se atreve con el CONTRATO ÚNICO! bien!!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue Fátima Báñez te oiga!
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