Esta crisis financiera
ha puesto en jaque la supervivencia del
Estado del Bienestar. Es cierto que para hacer frente al déficit y deuda
que arrastramos deben hacerse recortes.
Pero el quid para la recuperación y salida de la crisis está en saber qué ajustes
hacer. La subida del IVA del
gobierno de ZP y ahora la subida
del IRPF del PP no parecen tener más que un fin meramente recaudatorio
(necesario, eso es indiscutible) pero la verdadera cuestión está en ¿será útil este sacrificio de
“apretarnos el cinturón” para poder crecer? Todas las previsiones
tanto del FMI como del Banco de España parecen señalar lo contrario una
bajada del 1,7% en 2012 y del 0,3% en 2013.
El problema de la
crisis es doble, por un lado tenemos que pagar
la deuda del dispendio pasado (de ahí la necesidad recaudatoria) pero
además tenemos que crecer. Si no recuperamos la senda de crecimiento,
será muy difícil crear empleo. De nuevo las previsiones apuntan a que
alcanzaremos cifras de hasta el 25% de paro. Por tanto debe subrayarse que tan importante es pagar como crecer.
Las medidas que se están tomando se dirigen principalmente hacia el objetivo de
poder cumplir la cifra
de déficit impuesta por Bruselas, un 4,4%,
sin embargo el resultado al que apuntan las mismas resulta cuanto menos
inquietante:
- Escepticismo acerca de que pueda
alcanzarse dicho objetivo (el FMI estima que alcanzaremos el 6,8%
-
Un
agravamiento de la recesión. A este efecto es a lo que los economistas llaman crisis en W (recesión + tímida
recuperación + recaída). Estaríamos entrando en la fase de recaída.
Esta situación me hace
pensar que el aumento de la presión fiscal no es lo que los políticos llaman
recortes. Recortes serían medidas
que atajasen el ineficiente tamaño del Estado o su ineficiente sistema de
funcionamiento. Como dato ilustrativo: sólo en Galicia existen más
ayuntamientos que en toda Inglaterra. Esta situación es del todo insostenible.
Voy a poner un ejemplo para que se vea con mayor claridad lo que quiero
transmitir. En la naturaleza existe algo muy curioso, muchos seres vivos crecen
siguiendo la progresión aritmética de la proporción
áurea. Esta serie numérica, también conocida como los números
de Fibonacci (1, 1, 2, 3, 5…) encuentra una especie de equilibrio
natural (ya sabéis que la naturaleza es muy sabia). Los círculos del caracol
siguen esta proporción y su caparazón deja de crecer exactamente en el momento
en el que una vuelta más sería tan grande y tan pesada que el beneficio del
aumento de tamaño sería más pequeño que el desgaste que le supondría al animal mantener
su nuevo tamaño. Pues bien, a mi parecer en España ya hemos dado esa vuelta. (Para
los que seáis economistas, se trata simple y llanamente de un análisis
marginalista coste = beneficio)
Es curioso porque
realmente España no tiene un tamaño del Sector Público tan grande en
comparación con otros países de la
UE , como por ejemplo Francia. El problema que tenemos está a
mi parecer en el solapamiento de
funciones en los tres niveles de la Administración y en
la gestión de los presupuestos.
Tratar de reformar el sistema autonómico sería una cuestión sumamente delicada,
pero un cambio factible, que permitiría hacer verdaderos recortes y que no
sería difícil de implantar sería el cambio de sistema de los presupuestos
generales. Pasar de un sistema de Presupuestos
de Planificación por Programas (PPP), a un sistema de Presupuesto Base Cero (PBC). El sistema PBC ya fue incorporado por
un Acuerdo del Consejo de Ministros en 1995 pero con un carácter complementario
al sistema PPP y con un ámbito de aplicación limitada.
Para que entendáis la
importancia del cambio de un sistema a otro, de manera muy simplificada podría
decirse que la gran diferencia
reside en la forma de realizar modificaciones presupuestarias de un
año para otro. En el PPP se parte del tipo de presupuesto anterior y lo que se
discute son aumentos o reducciones. En el PBC se parte de cero (de ahí su
nombre) y se plantean las partidas de gasto necesarias para ese año. Este
sistema es más flexible y permite una mayor capacidad de adaptación.
¿Qué opináis vosotros?
¿Habría
que recortar el tamaño del Estado (que no prestaciones sociales) antes
que aumentar la presión fiscal a una sociedad que sufre de más de un
20% de paro?